Hola. Es irónico que esté haciendo lo que justamente este autor explica en su artículo, aunque es una maña que tenemos los abogados aquí y allá, aprovechando las tecnologías nuevas.
Un consejo, que no lo da el autor, es que si vamos a copiar y pegar, al menos agregar algo de nuestra propia cosecha. Un cambio de estilo, unos hechos adicionales, algo que nos obligue al menos a leer y releer lo hecho con palabras de otro.
Lejos quedan los tiempos en que los escritos de alegaciones de los abogados y las sentencias de los jueces eran artesanales y personalizados. Unos pocos folios, claros y razonados con alguna cita solemne de jurisprudencia laboriosamente buscada en el Aranzadi.
Por entonces, el autor reflexionaba y escribía calmosamente o bien dictaba. El escrito, normalmente mecanografiado, era releído y examinado con la satisfacción del pintor que examina el lienzo ultimado con su obra.
En correspondencia, su trabajo era recibido y leído de arriba abajo, con atención sostenida y dejaba claro el meollo de la controversia y tesis enfrentadas.
Pero los tiempos han cambiado, especialmente para la abogacía. Y llegaron las tecnologías de la información, bajo esta eufemística locución de tinte amenazante.
Al referirse a “tecnologías” en plural, ya alerta de que hay muchas técnicas, muchos formatos, muchos aparatos y brota el problema de la elección y adaptación al…
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